Tarazona y el Moncayo y Campo de Borja, riqueza natural a la sombra del Moncayo
El Moncayo vigila y hace de guardián de los cultivos que crecen a su vera, en los llanos, las vegas y el somontano. Por estas tierras, que abarcan las comarcas de Tarazona y el Moncayo, y Campo de Borja discurre esta ruta que desde Malón nos va a llevar hasta Fuendejalón, por la Nacional 122 como vía principal.
Es un territorio pleno de olores, sabores y colores, donde el vino, amparado por la DO. Campo de Borja, tiene un protagonismo muy especial.
Malón es el punto de partida de esta ruta por las comarcas de Tarazona y el Moncayo, y el Campo de Borja, un recorrido que, curiosamente, no vamos a empezar hablando de vino, sino de agua, porque en Malón se encuentra el Museo del Agua, situado en un lugar privilegiado que ofrece una espectacular panorámica de la cuenca del río Queiles.
Desde Malón, por la carretera CV-6, enseguida se llega a Novallas, donde Miguel Ángel Notívoli ha creado, con mucha paciencia, un pequeño museo con diversos elementos de la vida tradicional de la localidad.Apenas seis kilómetros separan este pueblo de Tarazona, que recorremos por la Nacional 121.
Cultura árabe
A la sombra del Moncayo
Tras cumplir con la cultura árabe, nuestros pasos se encaminan desde Tarazona hacia las faldas del Moncayo.A la entrada de esta localidad, girando a la derecha por el Paseo del Repolo, se coge la carretera CP-10 que lleva a Santa Cruz de Moncayo, donde se encuentra el Museo de la Alfarería.
Saliendo de la localidad, la CP-10 desemboca en otra carretera, la CV-610 que nos acerca a San Martín de la Virgen del Moncayo, donde nos vamos a fijar en un producto que no tiene secretos para los vecinos de la zona: las setas. Un desvío a la derecha para tomar la CV-608 nos acerca definitivamente a este destino en el que la micología se hace presente a través de un centro en el que información y educación van muy de la mano.
Productos variados
De regreso de nuevo a la CV-610, se gira a la derecha para buscar un nuevo cruce, también a la derecha (CV-600), que nos lleva a Lituénigo. Se trata de otro pequeño pueblo a las faldas del Moncayo en el que se ha querido rendir un merecido homenaje a todas aquellas personas que se han ganado y se ganan la vida en el campo, con la creación del Museo del Labrador.
Regresamos a la CV-610 (dcha.) para acercarnos sin dejar esta carretera a Trasmoz, donde tiene su sede la cooperativa Acebo de Moncayo. Elaboran una gran variedad de quesos, patés y conservas, que a través de su página web se pueden adquirir on-line. Además, se dedican a la animación y a desarrollar programas didácticos en el entorno del Moncayo y su comarca.
Vino y cabras
Muy cerca de Trasmoz, por la CV-610 enseguida se llega a Vera de Moncayo y al Monasterio de Veruela, que como monumento merece una visita detenida, aunque en este recorrido nos vamos a fijar especialmente en el Museo del Vino de la DO. Campo de Borja, que se encuentra dentro del recinto amurallado, en el antiguo aljibe.
Nota de cata de la garnacha
Añón de Moncayo es nuestro siguiente punto de destino. Desde el Monasterio de Veruela hay que coger la carretera Z-373, que a la altura de Alcalá de Moncayo enlaza con la CV-203, que es la que definitivamente nos acerca a Añón, donde un proyecto muy singular, el Centro de Recuperación de la raza de cabra moncaína, llama nuestra atención.
Campo de Borja
Desandamos el camino recorrido desde Vera de Moncayo para acceder de nuevo a la Nacional 121 y entrar por esta carretera en la Comarca del Campo de Borja. La primera localidad que atravesamos es Bulbuente, donde el vino y el aceite tienen una importante presencia, pero en esta localidad nos vamos a fijar en otro producto, la miel, que elabora el apicultor Raimundo Santander.
Poco antes de llegar a Borja, por la N-121 hay que hacer una parada obligada en Maleján para visitar el museo al aire libre La Fuente del Molino. En la calle Centro se pueden contemplar los principales elementos de una almazara de principios del siglo XX.
Más vino
Tan sólo hay que recorrer doce kilómetros más para llegar a Borja, una localidad que posee una gran tradición tapera, por lo que si nos acercamos a mediodía ésta puede ser una buena opción. Además, después de visitar al Museo del Vino, tampoco está de más conocer una de las bodegas más importantes de la zona. En el kilómetro 63 de la Nacional 122 se encuentra Bodegas Borsao, que organiza visitas para conocer las instalaciones.
Tres kilómetros separan Borja de Ainzón por la carretera autonómica A-1303, un trayecto en el que se concentran la mayoría de las bodegas de la DO.Ainzón, además, es la sede del Consejo Regulador. Bodegas Bordejé, Crianzas y Viñedos Santo Cristo y Bodegas Caytusa ofrecen al visitante sus estupendos caldos entre los que destacan, sobre todo, los vinos rosados, dulces y cavas.
También en Ainzón tiene su sede la Asociación de Productores de Aceite de la Sierra de Moncayo, que está desarrollando los trámites para obtener la calificación de Denominación de Origen para los aceites producidos en las comarcas de Campo de Borja y Tarazona y Moncayo.
Ruta de la garnacha
Por otra parte, en todo este mundo alrededor del vino se puede profundizar a través del proyecto de enoturismo «Ruta de la Garnacha» (Tfno: 662 614 505 www.larutadelagarnacha.es), que permite a los visitantes descubrir la cultura vitivinícola y los paisajes de las comarcas de Tarazona y el Moncayo y Campo de Borja. En el proyecto, participan bodegas, restaurantes y hoteles de la zona. En este ámbito geográfico, el visitante encuentra historia, arte, naturaleza, gastronomía y tradiciones.
Y es que el patrimonio vitícola de la DO. Campo de Borja es muy rico en cuanto a garnachas; los viñedos más antiguos de la DO. datan de 1890 y de las 5.000 hectáreas de garnacha, más de 2.000 tienen edades comprendidas entre 30 y 50 años. Sus producciones son bajas, pero muy apreciadas enológicamente, por la complejidad estructural y aromática que proporcionan a los vinos.
Conservas
Bodegas rupestres
La cultura del vino de la comarca está muy presente en un tipo de construcciones, que sobre todo a partir del siglo XIX se realizaron en muchos pueblos como consecuencia del incremento de la producción vinícola. Y es que se excavaron cuevas artificiales a las afueras de las poblaciones cuya estructura y compartimentos son muy similares.Hoy la mayoría de estas bodegas rupestres no se utilizan para elaborar vino, pero forman parte del paisaje de pueblos como el que visitamos a continuación: Magallón.
Desde Bureta, siguiendo por la A-1303, en el siguiente cruce hay que coger la carretera A-121 a mano izquierda, y enseguida se llega a Magallón, donde hay muy buenos ejemplos de estas bodegas rupestres.También destaca la importancia económica que tienen el aceite, el porcino y la producción alfarera.
Punto y final
Fuendejalón es el último pueblo de esta ruta que visitamos (A-121 en dirección a La Almunia de Dª. Godina), y en él nos vamos a fijar, sobre todo, en una de las bodegas rupestres antes reseñadas, que en esta localidad se ha recuperado como museo y que permite conocer con todo detalle cómo era el proceso de elaboración del vino hace muchos años.
La visita al Museo el Churro es, sin duda, un estupendo colofón a esta ruta que nos ha llevado de las laderas del Moncayo a la vega bañada por el río Huecha.